PROYECTO ESQUIZOTERRITORIOS INTERLUDIO: Incapaz de su propia angustia [Instalación]


«Incapaz de su propia angustia»

Instalación-Collage A partir de la Escena 23 de Hamlet (w.s.) y el sueño de Stalker (a.t.)
Autores: Cristian Espinoza y Sebastian Pasquel
Agradecimientos: Sebastian Jais, Martina Amiras, Pina Vignola y Juan Cameroni
Expuesta en Encuentro LET IT VJ #8
Sala 1 Matienschön – Centro Cultural Matienzo
10.5.2014

MEMORIA
Tal vez lo primero es considerar la instalación como una mesa, una mesa para sentarnos junto a Sebastián y comenzar a crear a la manera de un collage o un puzzle, en que cada cual dispondría aquello que le hacía sentido para ir componiendo este total que a la vez se transformó en un pequeño territorio o como llamamos en otro momento «escenario de datos».

800px-John_Everett_Millais_-_Ophelia_-_Google_Art_ProjectLos elementos desplegados en esta mesa tenían cierta transparencia y se superponían como capas delgadas construyendo una veladura. Esto lo hicimos desde nuestros no tan distintos lugares: en el caso de él su imagen latente provenía de las diversas interpretaciones prerafaelitas de la muerte de Ofelia; en mi caso yo tenía una fijación por la imagen que se construía por un paneo correspondiente al sueño del Stalker de Tarkovsky.

Ambas referencias se diferenciaban en que la primera se sitúa en un ámbito femenino, mientras la segunda en uno masculino.
Respecto a las semejanzas 
el agua en ambos mundos se presenta como una superficie cristalina que deja ver la profundidad, y deja ver a la vez que deforma. Bajo el agua varias capas de objetos  transparentes o en su defecto atravesables aparecen una bajo otra dando cuenta de un espesor construido por sucesión de translucideces.

Así es como obtuvimos un territorio material a la vez que psíquico, una mesa de mediumnidad. Un territorio que en el caso de Sebastian era rondada por Thanatos, lo que es recurrente en su obra. Quizás su Ofelia es un espectro familiar, pero sospecho que es la imagen de sí mismo entregando su cansancio al disolvente universal; citando a la Gertrudis del Hamlet: «Las ropas huecas y extendidas la llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando pedazos de tonadas antiguas, como ignorante de su desgracia, o como criada y nacida en aquel elemento.»

mirallesEn mi caso apareció un nuevo camino como posibilidad, este era estrictamente sensitivo, los materiales con sus respectivos temperamentos hablaban desde sí y pujaban por aparecer. Los vegetales acuáticos, las sondas y objetos clínicos junto con la forma del perímetro de la mesa daban cuenta de una organización como la de un cuerpo, pero no era el momento de definirlo más allá de su propia aparición. La estructura en el perímetro fue una inspiración de la topografía quebrada del cementerio en Barcelona de Enric Miralles, sirvió junto a las lámparas como estructura para contener toda deformación, poliedro de contención de los diversos movimientos carnales a la manera baconiana.

Siempre en la obra estuvo omnipresente «lo telúrico», «lo tectónico», un suelo como espesor vivo, no mucho más que decir que las fuentes de filiación. De ahí surgieron las tensiones como elevándose. El montículo de un lado y la boca de burbujas por el otro no son más que movimientos que surgen de este espesor creciendo desde lo subterráneo, lo que explica que la vida de ese cuerpo surge de abajo, del inframundo termal con sus orificios y sus falos.

Explicado de este modo, ajustado estrictamente a los hechos estéticos es que surgió una paradoja para mi: se me había vuelto imposible explicar algún sentido para la obra. Nuestr@s amig@s que se nos acercaban durante la exposición nos interrogaban y conminaban a dar una explicación. Pero, por primera vez en mucho tiempo, la obra solo se podía explicar como un suceso, como un «algo» que apareció como fruto de un encuentro de percepciones y ganas de moldear, de modelar y modular este conjunto de materias y poder ver sus veladuras y transparencias.

026_72dpiQue el temperamento de la obra haya sido taciturno no fué una sorpresa. Supongo que también es lo que arrojaron las dos almas puestas en juego. El mismo día de la exposición me encontraba yo mismo melancólico y distante. Todo se tornó nebuloso y lo externo me pareció estruendoso y violento, lejano al silencio al que la obra nos convocaba. En la sala en Matienschön la obra impuso su tono y transformó su lugar de exposición en el lugar de retiro de la muestra. La gente la rodeaba como el velatorio de un difunto, y se colocaban en los bordes de la sala a conversar con forma de murmullo.
Marcela me recordó una pintura de Domingo Florio donde sucedía algo así, un grupo de amigos en torno a una mesa, y de pronto esta era carne postrada y todo el conjunto rondaba la idea de despedir un cuerpo.

Supongo que fue una obra de liberación. Filiar con el sueño del Stalker fué para mí (como la Ofelia para Sebastián) un punto de silencio, de significante purísimo, en que todo puede ser dispuesto al borde del decir, pero sin decir. Construcción de todo aquello que es mostrado exactamente para no ser dicho, rodear el vacío y lo que sucedió es que apareció un cuerpo, aunque también un paisaje a momentos pictóricos, y quizás, lo más importante, es que apareció un jardín. Pura conjuración.

 

BOCETOS

LINK: CLUB CULTURAL MATIENZO – FESTIVAL LIVJ #8

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