EXPO P.I.C.A.: La Máquina de Lacán [Pequeño Artefacto curatorial para Encuentro Máquinas Monográficas]


La Máquina de Lacan (no es Automático!)

Artefacto: Cristian Espinoza
Según el Texto: Desmontaje de la Pulsión SEMINARIO XI / CAP.13 de Jacques lacan
Para ser acoplado al texto: No es Automático ! de Irene Accarini
Presentado en Video Invitación al encuentro de arte Máquinas Monográficas y en Video Proyección de Guadalupe Pardo titulado «Como máquina deseante» durante dicha exposición.


La Máquina de Lacán surgió por primera vez como imagen en uno de mis cuadernos durante las lecturas del Seminario Sicología del Arte del Posgrado MyTPP-IUNA del segundo cuatrimestre del año 2012 dictado por Irene Accarini.
Aparece como una visión contra-maquínica de los procesos pulsionares, Lo contra-maquínico en tanto una manera de comprensión de sentidos a partir de sus comportamientos sistémicos, no como una afirmación de lo entrópico que aparentan las mismas máquinas que imaginamos desde la revolución industrial como circuitos productivos entrópicos, auto-suficientes y tendientes a la perfección de su devenir, sino como circuitos equívocos, de apariencia suficiente, pero que por excedencia simbólica o simplemente por su oposición a la escalada infinita, que es el devenir deseo, son patéticas representaciones equívocas, señales evidentes de una política y una interpretación errada del espíritu humano y de la vida en general.
Así es como nuestra reunión que da origen al encuentro de Máquinas Monográficas puso en escena a través de pseudo-máquinas de comportamiento dudoso y equívoco los procedimientos y en último término los motivos perversos de la manera plus-productiva de los agenciamientos del poder, a decir, poder normalizador sobre los cuerpos, sobre la muerte y sobre los territorios.
la máquina de Lacán fue realizada como un manifiesto, en que el acoplamiento de una pluma y un motor, y el extraño e inquietante movimiento no natural, tan eficiente como inútil de la pluma por sistemas de engranaje y locomoción eléctrica nos ayudó como pegamento a establecer un tono de partida siendo una obra el eje curatorial de las otras. Destinando a la misma producción plástica el rol de discurso de traducción que hoy se le entrega en forma equivoca a las curadurías externas.
Con esta máquina le pedimos a la Artista e Investigadora Irene Accarini un ejercicio escritural, que a la vez que traducción en palabras, sería para nosotros una devolución y un ponernos en alerta y crisis sobre el terreno que decidimos explorar, aquí transcribo su bello ensayo:

No es automático!

Hay hechos  hubo intuiciones y habrá posibilidades en el encuentro entre los cuerpos y su mundo. La distancia entre ambos es transitable en tiempo y en espacio,  Los trayectos se amalgaman en sustancias  vivientes, (sustancia visual, olfativa, aérea, bucal, vocal, sanguínea, glandular, motora, etc)  sin embargo, es el acto de realización de puesta en el mundo de este itinerario, acto subjetivo, el que pulsa la aparición del deseo, que por fuera de la sustancia, es más bien una azarosa presencia.

 El soporte del lenguaje se apareja en el cuerpo, si bien hubo de ser primero símbolo, antes de volverse máquina deseante. El deseo es un modo de conocer, un modo de hacer saber sin los signos de una enciclopedia universal, es un andamiaje singular, trazado por irrupciones, por intermitencias en cada ejercicio biográfico, es lo que cae de la flecha que apunta al blanco; cual  gesto de Eros deslumbrado por Psiquis, por eso está siempre entorpecido, resulta ser una máquina que jamás funciona para atrapar su meta y eternizarla. Es gustosamente así, si el deseo dejara de ser deseante, si acaso se cumpliera, se extinguiría. ¿Y qué cuerpo quiere cumplir sus deseos más allá de los sueños?

Si la máquina deseante fuera eficaz, pasaría al otro lado del espejo hasta alcanzar la monstruosidad, la que dice, el fanatismo de las totalidades y la completud. La máquina total repite lo viviente inerte, sin permitir una creación, que nacería del olvido del todo, del brillo de alguna ausencia.

La diferencia nace de una traducción entre el original natural y su nuevo soporte, instalando no la duplicidad, sino la equivocidad, el lugar intermedio fuera de todo automatismo. Las máquinas deseantes recogen el eco en el cuerpo y su vibración cromática y lo trasladan ficcionalmente a una interpretación.

Las máquinas se vuelven así otro aparato que lenguajean, de su accionar quedan superficies donde los seres hablantes que interactúan con ellas pueden entreverse como tensión, como cuerda, como giro, como mortal, como eros, como causa.  Recién allí la máquina se transmuta, lejos de su paradoja de función- no función; el deseo podrá hacer un trayecto que no sea su extinción, podrá  coincidir con su presencia en el presente, en el ejercicio de una invención.

IRENE ACCARINI

lacaniana fotograma vertical«…la pulsión es un montaje que, en primer lugar, se presenta como si no tuviera ni pies ni cabeza -en el sentido en que se habla de montaje de un collage surrealista. Si aproximamos las paradojas al nivel del objeto, al del fin de la pulsión, creo que la imagen que nos aparece mostrará el funcionamiento de un dínamo empalmada en la toma de gas, saliendo de ella una pluma de pavo real que cosquillea el vientre de una hermosa mujer que permanece allí por la belleza del aparato» LACAN, SEMINARIO XI / CAP.13 Desmontaje de la Pulsión

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