PROYECTO RUIDO DE FONDO
RF_1.1. Minería Celeste
Investigación y Registro Sonoro: Cristian Espinoza
Registro Ph: Manoela Cardoso / imágenes satélite de Google Earth
Animación Blue Noise: Isabelle Arvers / Sonido: C.Espinoza
Curaduría y Producción: Rafael Marchetti -Raquel Rosalen
Laboratorio en Residencia Rural.Scapes – Fazenda Sta. Teresa – Sao José de Barreiro, Sao Paulo (BR)
12. 6. 2015
Llegado a la Fazenda Sta Teresa subimos con Manú a la cima de un monte donde estaba la antena que enviaba señal al valle. Desde ahí, un conmovedor manto verde, plegándose aterciopelado contra el mediodía celeste.
A 16 kms de ahí una fábrica de uranio y muy cerca una enorme usina hidroeléctrica que había modificado los valles próximos con un nuevo enorme estanque artificial. A 45 kms tres reactores nucleares llamados Angra. Estábamos en el centro de una conurbación de 33 millones de habitantes,en el epicentro de la extracción de energía; y sin embargo aún parecíamos estar en medio de la vieja naturaleza.
Y con nuestra pequeña radio bendiada nos pusimos a la escucha y el registro de las ondas que llegaban y retransmitía la antena de la colina, y por fin se manifestó lo oculto del paisaje. Un territorio invisible que como otro manto y otro cielo chillaba frecuencias de radio que solo podíamos percibir con nuestra prótesis.
Con Manú hablamos de esta fantasmagoría. Yo le planteé que iba en busca de «lo que surge». Pero si no conocemos los fantasmas ¿Como podemos hallarlos?. Sugerí que debíamos atender lo que no se esperaba, esperar lo inesperado, pero era cliché y vago. Entonces Manú sugirió: capturar «lo que no se asemeja».
Me dí así la tarea de registrar y catalogar las ondas del éter, a la manera de un fichero de lo invisible. Por su parte Isabelle se había dado una tarea parecida modelando por computadora este territorio buscando que su tarea arrojara «gltch». Con confianza de que sus errores le dieran datos que revelaran la naturaleza oculta de este lugar. Finalmente apareció en su indagación un misterioso pozo Azul. Me invitó a unir mis datos sonoros a sus datos visuales para construir una aproximación al lugar desde el misterio. Realizamos el vídeo BlueNoise.
CATALOGO DE ONDAS DEL ETER EXTRAIDOS DE LA ANTENA EN LA COLINA DE LA FAZENDA
EJERCICIO ESCRITURAL
MINERÍA DEL ÉTER
Primero que todo la minería de sonidos descubre yacimientos. Va a estos yacimientos para extraer datos.
En su opuesto, la agricultura sonora cosecha desde algún cultivo.
Cultivar jardines sonoros es labor que he visto en la arquitectura. Por ejemplo el santuario de la quebrada de la ciudad abierta de Ritoque en Valparaíso no es otra cosa que una maquina sonora que domestica de cierto modo los cursos de agua para que se formen pequeñas cascadas y surcos los días de lluvia.
Durante el evento de la lluvia, esta enorme máquina-lugar se activa y llena de eventos sonoros listos para ser cosechados.
Pero volviendo a la minería, esta labor es un salir a territorio en la búsqueda de los yacimientos. Brian Mackern, por ejemplo, sale todos los días 30 de Agosto tras una tormenta llamada Temporal de Santa Rosa. Directamente realiza una cacería de la cual ha recolectado una enorme cantidad de datos de tal modo que ha configurado un escenario de datos que manipula cruzándolos, alterándolos, reconstruyendo cierta presencia de ese enorme dragón que se manifiesta como tormenta.
Ahí una forma particular de minería, con un yacimiento móvil, eventual. Aquello que se extrae, cuan mineral se separa, lava, cuela para finalmente arrojar una partícula de oro. No el oro vulgar, sino uno de éter.
ÉTER CYBORG
Lo experimentado en esta jornada en la Fazenda puede ser visto como el encuentro con un yacimiento. Un valle encantado con las características del territorio apenas tocado por actividad rural, con ríos cristalinos, bosques de bambú en las concavidades, aire limpio, cero basura, y una infinita cantidad de delicias visuales, olfativas y sensoriales en general.
Pero no un valle perdido. Solo un lugar semioculto más aún frágil, en el centro geométrico de la conurbación polarizada entre Sao Paulo y Río que tarde o temprano se volverán una masa urbana homogénea por proliferación.
Aquí estamos en el área irradiada por una de las 10 capitales del mundo global. La megalópolis contemporánea, metálica, que se alimenta de plutonio y usinas hidroeléctricas. Todo ese poder energético en torno a estos valles a escasos kilómetros cercando y avanzando.
Sobre una colina del valle, con la estridulación de fondo de los grillos día y noche, y los micropaisajes del agua como aparente presencia dominante me pregunto ¿Por qué mi instinto no se perturba con la presencia de la usina gigante o el plutonio que se amalgama a 16 Km.?
¿Porque no siento en mí electricidad, radiaciones, perturbaciones, la telepatía de la metrópolis global? ¿Dónde se encuentran las frecuencias mecánicas y químicas que secretamente empujan mi espíritu que -se bien- influyen sobre todo el lugar?
El valle es un reducto de carne en una de las zonas más andamiadas y mutantes de nuestro Continente Cyborg, y sobre el valle -en tanto que animas- las ondas de radio que van y vienen rebotando contra la ionosfera y el suelo.
FANTASMAGORÍA
Las ondas de radio siempre fueron una manifestación misteriosa. Escuchar una radio común, por ejemplo, era ya una tarea de minería, en que por medio de la modulación uno buscaba el sonido que inestablemente brotaba entre el ruido blanco. La sintonización de una determinada estación de radio siempre fue un ejercicio de calibración, subjetivo, sujeto a interferencias. Había en la sintonización de las radios, ya en desuso, un acto en cierto modo escultórico, de modulación de un material extremadamente volatil e inestable para fijar.
Si dejamos de lado la escucha de una información en particular, aparece rápidamente la interferencia, aquello que desea colarse, como una aparición fantasmal. La interferencia es como un entrever, permite entre-escuchar por tanto, desenfocar la escucha, permitir la forma del rumor. Y desde ese rumor la aparición para mí verídica de espectros.
No los espectros románticos del espiritismo del siglo XIX, sino otra clase de espectros, que me estremecen, que carecen por el momento de significado alguno. Espectros que aquí no significan nada, solo rumores arenosos con los que interactúo desde la escucha, rumores que me permiten sentir lo invisible como un lleno extremadamente sutil, pero de actividad intensiva.
Nuestra civilización electromagnética ha llenado la extensión del éter de emisiones que rebotan hasta el infinito tramando en todas direcciones lo invisible, entrando en todos los sistemas nerviosos de los organismos y usándolos como superficie de registro como cintas magnéticas que se escriben y sobre escriben una y otra vez, pero ¿qué es aquello que queda inscrito en los cuerpos? y ¿Que sicofonías arrastra este magnetismo que ondula en lo invisible?
NOTAS:
1. Agricultura sonora fue un termino acuñado por Javier Bustos en una conversación en torno a estos asuntos.
2. Minería celeste es una frase alquímica usada para denominar la extracción del rocío mercurial que luego se usaría para la cocción del Azufre Negro.
3. Sobre el Temporal de Santa Rosa de Brian Mackern realicé un pequeño ensayo que se encuentra en la página 71 de la publicación que se puede ver haciendo clic aquí
4. Sobre la descripción Continente Cyborg realicé un ensayo y un ejercicio cartográfico que se puede ver haciendo clic aquí
5. Un fragmento de este ensayo ha sido citado en el artículo «Une généalogie bâtarde pour des médias zombies ?» de mi amiga coreografa y artista visual Aniara Rodado. Si desea ver dicho artículo haga clic aquí
-29 de Julio 2015-
BLUE NOISE: MINERÍA DEL ETER Y TOPOLOGÍA GLITCHADA DE LA FAZENDA